La pandemia de la enfermedad por SARS-CoV-2 (COVID-19) ha puesto de manifiesto la importancia de las medidas preventivas para reducir la transmisión de algunas enfermedades infecciosas. En la clínica dental, estas medidas resultan fundamentales para evitar las infecciones en otros pacientes y en los profesionales que los atienden. Por eso, en este artículo trataremos la utilidad de los colutorios que contienen cloruro de cetilpiridinio (CPC) para prevenir ciertas enfermedades producidas por virus respiratorios.
La cavidad bucal es una importante vía de entrada de nuestro organismo que permite el paso de los alimentos y el aire hacia los aparatos digestivo y respiratorio, respectivamente1. Asimismo, la cavidad bucal actúa como vía de entrada de distintos microorganismos2 y como vía de transmisión de algunas enfermedades infecciosas; entre ellas, la causadas por algunos virus y bacterias. Los virus de Epstein-Barr, herpes simple, influenza o SARS-CoV-2 (coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave 2) son algunos ejemplos de microorganismos que pueden transmitirse a través de la cavidad bucal3–7. Por este motivo, durante las visitas dentales es importante adoptar medidas de higiene y protección efectivas.
Además, algunos procedimientos que se llevan a cabo en la clínica dental provocan la diseminación de microorganismos a través de aerosoles y son una posible fuente de contaminación cruzada en la consulta8,9. Sin embargo, el uso de colutorios antes de realizar estos procedimientos reduce la carga de microorganismos en los aerosoles9.
Uno de los antisépticos más comúnmente utilizados en los colutorios y dentífricos destinados a reducir la acumulación de biofilm dental y la inflamación de las encías es el CPC, compuesto de amonio cuaternario con un amplio espectro de acción frente a distintos tipos de bacterias y hongos 10,11.
En los últimos años, varios estudios han demostrado la actividad viricida del CPC frente a distintos patógenos respiratorios. Por ejemplo, en 2017, Popkin et al. observaron que el CPC presentaba actividad viricida in vitro frente a distintas cepas del virus influenza, independientemente de su sensibilidad al oseltamivir. Este efecto se producía mediante interacciones fisicoquímicas que alteraban la envuelta lipídica del virus, provocando su ruptura12. El mismo año, Mukherjee et al. realizaron un ensayo clínico en 94 voluntarios sanos para evaluar si la aplicación tópica oral de CPC podía prevenir las infecciones del tracto respiratorio superior causadas por virus como los influenza, rinovirus o coronavirus. Tras 75 días, el grupo al que se administró la formulación con CPC presentó una menor frecuencia y/o gravedad de algunos de los síntomas de las infecciones en las vías respiratorias superiores, como la tos, el dolor de garganta o la congestión nasal13.
Más recientemente, a raíz de la pandemia de COVID-19, varios investigadores han evaluado el poder viricida del CPC frente al SARS-CoV-2. En este sentido, el estudio in vitro de Muñoz-Basagoiti et al. mostró que el CPC inhibía la entrada del SARS-CoV-2 en las células diana mediante la degradación de su envuelta lipídica, tanto en las variantes original como en la B.1.1.7, también conocida como variante alfa. En consecuencia, los colutorios con CPC reducían más de 1000 veces la infectividad del SARS-CoV-2 tras 1 o 2 minutos de contacto con el virus14. Komine et al. también examinaron la inactivación del SARS-CoV-2 in vitro mediante el uso de colutorios, dentífricos o sprays bucales con CPC, clorhexidina (CHX) –sola o combinada con CPC– y delmopinol, y observaron que todos los productos que contenían CPC inactivaban el virus en más de un 99.9%15. De forma similar, Koch-Heier et al. analizaron el efecto viricida in vitro de colutorios que contenían CPC combinado con peróxido de hidrógeno o CHX. Ambos colutorios inactivaron los virus de SARS-CoV-2 en 30 segundos. Sin embargo, al analizar el efecto citopático de los distintos antisépticos por separado o combinados ente sí, los investigadores observaron que el CPC solo o combinado con clorhexidina reducía el número de virus infecciosos, pero el peróxido de hidrógeno y la clorhexidina solos no presentaban actividad viricida16.
Aparte de los estudios in vitro, otros autores realizaron estudios en pacientes con COVID-19 para evaluar la reducción de la carga viral de SARS-CoV-2 en saliva con el uso de distintos colutorios. En el ensayo de Seneviratne et al., los pacientes realizaron un enjuague bucal de 30 segundos con povidona yodada, CHX, CPC o agua (placebo). Tras recoger muestras de saliva a los 5 minutos, 3 horas y 6 horas después del enjuague, los investigadores observaron que la carga viral del SARS-CoV-2 se reducía con los colutorios que contenían CPC o povidona yodada, en comparación con el placebo17. En el ensayo de Eduardo et al., los pacientes emplearon colutorios que contenían peróxido de hidrógeno, CHX, peróxido de hidrógeno combinado con CHX o CPC combinado con zinc. El colutorio con CPC fue el que provocó la mayor reducción de la carga viral inmediatamente después del enjuague, manteniéndose hasta 1 hora después. La CHX también redujo la carga viral hasta 60 minutos después, aunque en menor magnitud18.
En definitiva, la evidencia científica que existe con relación a la actividad viricida del CPC sugiere que la utilización de colutorios que contienen CPC es una medida útil para evitar la propagación del virus SARS-CoV-2 en la clínica dental.