Si se revisa la literatura médica, son muchos los artículos que relacionan la salud bucodental en general y, más concretamente, la enfermedad periodontal con los procesos cardiovasculares, hasta el punto que la American Hearth Association establece, como medida preventiva de cardiopatía isquémica, el cuidado periodontal.
La gran prevalencia de las enfermedades periodontales, junto a la elevada mortalidad de las enfermedades cardiovasculares, ha despertado en los últimos años la atención de la comunidad científica, tanto médica como odontológica, que se ha esforzado en encontrar evidencias científicas que relacionen ambos procesos. Así, en el 2011, la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA) y la Sociedad Española de Cardiología (SEC) reunieron a expertos de reconocido prestigio de ambas sociedades para aclarar y evidenciar de manera científica la correlación entre las enfermedades de las encías y ciertos trastornos cardiovasculares1.
Las enfermedades del sistema circulatorio, ya sean cardiovasculares (angina de pecho o infarto) o cerebrovasculares (embolia o trombosis), siguen siendo la primera causa de muerte, por lo que todo lo que pueda hacerse para incidir sobre su prevalencia o su gravedad es bienvenido2.
La relación de causalidad entre la periodontitis y el infarto es cada vez más consistente. Igualmente, son muchos los hallazgos epidemiológicos que relacionan ciertas alteraciones o intervenciones odontológicas en el origen de afecciones cardíacas (p. ej., determinados procedimientos estomatológicos con la endocarditis infecciosa o periodontitis con la aterosclerosis).
La demostración de este vínculo potencial entre enfermedad periodontal y enfermedad cardiovascular ha permitido a los odontólogos identificar pacientes de riesgo de desarrollar complicaciones graves como resultado de su proceso cardíaco y adaptar la práctica odontológica a la situación del paciente.
En general, puede afirmarse que la enfermedad periodontal parece estar asociada con un aumento modesto en el riesgo cardiovascular en la población general. Sin embargo, todavía hacen falta estudios intervencionistas prospectivos que determinen el vínculo exacto entre ambos procesos, y que evalúen de qué manera el tratamiento periodontal puede reducir el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular3.
A medida que los estudios confirmen la fortaleza de la asociación entre la enfermedad periodontal y la enfermedad cardiovascular, podrán planificarse mejor los programas de prevención entre los profesionales de ambas disciplinas, lo que mejorará mucho el pronóstico de los pacientes afectados.