La ERC es una enfermedad común —afecta a un 10-14% de la población general— que supone una pérdida progresiva de la función renal, de modo que los pacientes pueden acabar necesitando terapia renal sustitutiva, ya sea diálisis o trasplante de riñón2. Se clasifica en 5 estadios principales en función de los valores de la tasa de filtración glomerular (TFG), que es una medida de la función renal. La ERC normalmente es asintomática hasta los estadios 4 o 5, en los que suelen aparecer las manifestaciones clínicas típicas de la enfermedad (náuseas, vómitos, pérdida del apetito, fatiga, problemas de sueño, etc.)2.
La proteinuria se define como la presencia de un exceso de proteínas en la orina. Si persiste en el tiempo, se considera un marcador de daño renal3,4. Asimismo, se ha descrito una asociación entre la proteinuria y la pérdida progresiva de la función renal en pacientes con ERC5.
Varios estudios han descrito la existencia de una asociación entre la periodontitis y la ERC en estadios ≥3 en adultos de edad media y avanzada6–8. Sin embargo, en adultos jóvenes, la incidencia de periodontitis es menor y, los estadios de la ERC, más tempranos. Por eso, en esta población, hay poca evidencia acerca del posible vínculo entre ambas enfermedades. A este respecto, Tsai et al. realizaron un estudio para evaluar la asociación entre la periodontitis localizada y el daño renal en adultos jóvenes con o sin ERC9.
La población del estudio se seleccionó a partir del estudio CHIEF (Cardiorespiratory Fitness and Health in Eastern Armed Forces), llevado a cabo entre 2018 y 2021 en Taiwán. Todos los participantes se habían sometido anualmente a un chequeo médico que incluía un examen periodontal. La periodontitis se consideró localizada cuando afectaba a <30% de los dientes, y la función renal normal se definió como una TFG ≥90 mL/min/1.73 m2.
El estudio incluyó 1280 participantes de entre 18 y 45 años, de los cuales el 75.2% tenía una función renal normal y, el 24.8% restante, ERC en estadio 2 (TFG 60-89 mL/min/1.73 m2). Los participantes de este último grupo eran mayores, presentaban valores más altos de varios factores de riesgo cardiometabólico (índice de masa corporal, presión arterial, colesterol total y triglicéridos) y conservaban menos dientes que los primeros. Sin embargo, no se observaron diferencias respecto a los parámetros periodontales evaluados (profundidad al sondaje y pérdida de inserción clínica).
En el total de los pacientes del estudio, los autores no observaron ninguna asociación entre la presencia de periodontitis y la TFG, pero sí entre la presencia de periodontitis y la de proteinuria. Además, en pacientes con una función renal normal, no encontraron asociación entre la periodontitis localizada y la prevalencia de proteinuria. En cambio, sí observaron esta asociación en el grupo de pacientes con ERC en estadio 2.
En resumen, este estudio mostró que la periodontitis localizada se asociaba a un mayor riesgo de proteinuria, especialmente en pacientes jóvenes con ERC en estadio 2, pero no en pacientes con una función renal normal. Por este motivo, los investigadores señalaban el tratamiento de la periodontitis en adultos jóvenes con ERC en estadios iniciales como posible medida para prevenir el daño renal y el deterioro de la función renal.