Las amígdalas se sitúan en la parte posterior de la garganta. Debido a su función de defensa frente a virus y bacterias, son especialmente susceptibles a la infección e inflamación (amigdalitis)1,2. Cuando la amigdalitis es recurrente o no responde a otros tratamientos, puede ser necesario recurrir a la extirpación quirúrgica de las amígdalas (amigdalectomía). Sin embargo, este procedimiento también se utiliza en el tratamiento de la dificultad respiratoria asociada a trastornos del sueño como la apnea obstructiva del sueño2.
Actualmente, se considera que los niños sometidos a amigdalectomía no pierden resistencia frente a las infecciones, ya que otros tejidos linfáticos suplen la función de las amígdalas extirpadas3. Sin embargo, estudios recientes sugieren que la amigdalectomía puede aumentar el riesgo de algunas patologías, como algunas enfermedades respiratorias, alérgicas e infecciosas4, la enfermedad de Crohn5 o el síndrome del intestino irritable6.
La periodontitis es la inflamación y destrucción del tejido periodontal causada por la interacción entre los patógenos periodontales y el sistema inmunitario. En esta interacción influyen varios factores como la edad, la genética, algunos fármacos y ciertas enfermedades sistémicas. Entre las enfermedades que podrían favorecer la aparición de periodontitis, se encuentran la apnea obstructiva del sueño7 y la infección de las amígdalas8, que además pueden tratarse mediante amigdalectomía. Partiendo de estos datos, el grupo de investigación de Ma et al. planteó la hipótesis de que la extirpación de las amígdalas podría alterar el sistema inmunitario a nivel sistémico y bucal, provocando el desarrollo de periodontitis. De este modo, diseñaron un estudio con el objetivo de analizar la asociación entre la amigdalectomía y la periodontitis en la población de Taiwán9.
Los investigadores emplearon la base de datos de salud de Taiwán (LHID, del inglés Longitudinal Health Insurance Dataset) y recogieron los datos de los pacientes que habían recibido un diagnóstico con indicación de amigdalectomía (p. ej., apnea obstructiva del sueño, enfermedad crónica de las amígdalas). El grupo amigdalectomía estaba formado por pacientes a quienes se había extirpado las amígdalas en los dos años posteriores al diagnóstico, mientras que el grupo control estaba compuesto por pacientes no sometidos a amigdalectomía. Los pacientes de ambos grupos fueron apareados por los posibles factores de confusión.
La periodontitis se definió como una profundidad al sondaje ≥5 mm en al menos 4 dientes con ≥1 sitio cada una, una pérdida de inserción clínica ≥5 mm en el mismo sitio y sangrado ante estímulos. Otras variables estudiadas fueron la edad, el género, la presencia de comorbilidades y los fármacos recibidos durante el año previo al diagnóstico con indicación de amigdalectomía.
El estudio finalmente incluyó 648 pacientes con amigdalectomía y 648 controles con una edad media de 20 años. En los pacientes con amigdalectomía, la tasa de incidencia, la incidencia acumulada a 12 años y el riesgo de periodontitis fueron mayores que en los controles. Por otra parte, los subanálisis mostraron que el riesgo de periodontitis en el grupo amigdalectomía era especialmente elevado en los pacientes menores de 12 años y aumentaba después de un periodo de seguimiento ≥ 4 años. La mayoría de las complicaciones periodontales tras la amigdalectomía eran la periodontitis agresiva y aguda.
En resumen, este estudio mostró que la extirpación de las amígdalas, especialmente en menores de 12 años, aumentaba el riesgo de desarrollar periodontitis. Concretamente, tras ≥4 años de seguimiento, aparecían periodontitis agresivas y agudas como eventos adversos postoperatorios.