El coronavirus responsable de la COVID-19 se conoce como coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave tipo 2 (SARS-CoV-2). Se trata de un virus con RNA monocatenario y envuelta lipídica que se propaga fácilmente entre personas —principalmente, por contacto estrecho con una persona infectada o mediante la inhalación de aerosoles que contienen el virus—1,2.
Las manifestaciones clínicas de la COVID-19 pueden aparecer entre 2 y 14 días tras la exposición al virus. Las más habituales son la fiebre, la tos y el cansancio, pero no son las únicas. Otros signos y síntomas frecuentes incluyen: pérdida de olfato, dificultad para respirar, dolores musculares, escalofríos, dolor de garganta, secreción nasal, cefalea, náuseas y vómitos. La mayoría de las personas con COVID-19 presentan síntomas leves o moderados. Sin embargo, en algunos casos, la enfermedad puede provocar cuadros más graves (p. ej., neumonía, problemas cardiacos o lesiones renales agudas), especialmente en personas de edad avanzada o en aquellas con ciertas enfermedades crónicas, entre las cuales se encuentran la diabetes, la hipertensión arterial, la enfermedad renal crónica, la insuficiencia cardiaca o el asma1.
Algunos virus como el virus de Epstein-Barr o el citomegalovirus, se han detectado en las bolsas periodontales y se han relacionado con el desarrollo de periodontitis3. Asimismo, se ha postulado la hipótesis de que las bolsas periodontales podrían actuar como reservorio del SARS-CoV-2, ya que proporcionarían un entorno favorable para la replicación del virus y, además, facilitarían su presencia en la saliva y su migración sistémica a través de los capilares del periodonto4. Sin embargo, hasta hace poco, no se había investigado el papel de las bolsas periodontales como posible reservorio del SARS-CoV-2. Por eso, el grupo de investigación de Natto et al. analizó la presencia del SARS-CoV-2 en bolsas periodontales y en lesiones de caries cavitadas5.
El estudio reclutó a participantes de 18 años o más que no habían recibido ningún tratamiento para la COVID-19. La presencia de SARS-CoV-2 se analizó a partir de muestras nasofaríngeas y la detección de periodontitis y caries se llevó a cabo mediante un examen bucal. Los participantes se clasificaron en seis grupos según la presencia de SARS-CoV-2, síntomas de COVID-19, enfermedad periodontal y lesiones de caries cavitadas:
Los investigadores tomaron muestras de las bolsas periodontales más profundas de los pacientes con enfermedad periodontal y de las lesiones cavitadas de los pacientes con caries. Posteriormente, analizaron la presencia de SARS-CoV-2 en estas muestras mediante la técnica de reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR).
El estudio incluyó un total de 72 pacientes (12 en cada uno de los 6 grupos), con una edad media de 38.1 años y una mayoría de varones (69.4%) y no fumadores (68.1%). A nivel bucal (bolsas periodontales o lesiones de caries cavitadas), el SARS-CoV-2 solamente se detectó en los grupos de pacientes positivos de COVID-19 y sintomáticos, concretamente, en el 41.7% de los pacientes con enfermedad periodontal y en el 16.7% de los pacientes con lesiones de caries cavitadas.
En resumen, el estudio mostró que es posible detectar SARS-CoV-2 en bolsas periodontales y caries. De este modo, los autores concluyeron que las bolsas periodontales y las lesiones de caries cavitadas podrían actuar como reservorios del virus.
Teniendo en cuenta los resultados de Natto et al., conviene recordar que varios estudios han mostrado la actividad viricida del cloruro de cetilpiridinio frente al SARS-CoV-26,8. Asimismo, una de las medidas adyuvantes para el tratamiento y mantenimiento de la enfermedad periodontal consiste en realizar enjuagues bucales con soluciones que contengan clorhexidina y cloruro de cetilpiridinio, ya que ambos antisépticos actúan de forma sinérgica para reducir la inflamación gingival y controlar el biofilm oral9,10.