Las cataratas son una patología ocular caracterizada por la opacificación del cristalino —transparente, en condiciones normales—, lo que dificulta el paso de luz hasta la retina y provoca el deterioro de la visión1,2. Entre sus manifestaciones clínicas más frecuentes se encuentran: visión nublada o borrosa, empeoramiento de la visión nocturna, aumento de la sensibilidad a la luz, visión doble y alteración de la visión de los colores (se perciben más tenues o amarillentos)2,4.
Dado que las cataratas se desarrollan de forma lenta y gradual, las personas afectadas no suelen percibir cambios en la visión durante las etapas iniciales. Sin embargo, a medida que la catarata progresa y aumenta de tamaño, la pérdida de visión es más evidente, pudiendo alterar el desempeño de las actividades diarias1,2.
La mayoría de las cataratas se originan por el envejecimiento. A partir de los 40 años, las proteínas del cristalino empiezan a desintegrarse y a aglutinarse, provocando la opacificación de una zona del cristalino, que suele agrandarse con el tiempo2–4. Además de la edad, otros factores que aumentan el riesgo de desarrollar cataratas incluyen algunas alteraciones genéticas hereditarias, determinadas enfermedades (p. ej., diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares, algunas patologías respiratorias), ciertas lesiones y afecciones oculares, el uso prolongado de medicamentos corticosteroides, la exposición a la radiación solar ultravioleta o el tabaquismo1,2,5.
La periodontitis puede aumentar tanto la inflamación sistémica como el estrés oxidativo6, factores que se han relacionado con el desarrollo o la progresión de las cataratas7,8. No obstante, la relación entre la periodontitis y las cataratas no está bien establecida. Por este motivo, el grupo de investigación de Yeh et al. llevó a cabo un estudio poblacional retrospectivo con el que analizaron la asociación entre la periodontitis y el riesgo de desarrollar cataratas9.
A partir de la base de datos de salud de la población de Taiwán (NHIRD, del inglés, National Health Insurance Research Database), se seleccionaron los pacientes adultos con diagnóstico reciente de periodontitis entre los años 2000 y 2012 (grupo periodontitis) y el mismo número de individuos sin periodontitis (grupo control), que fueron apareados con los del grupo periodontitis por edad y género. El objetivo primario del estudio fue el diagnóstico de cataratas, pero también se registraron posibles factores de riesgo, como la diabetes mellitus, la hiperlipidemia, el asma o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la enfermedad hepática crónica (EHC), la enfermedad renal crónica (ERC), las enfermedades reumáticas o el empleo de corticosteroides.
El estudio incluyó un total de 179 627 pacientes con periodontitis y 179 627 controles. La prevalencia de hipertensión, diabetes, hiperlipidemia, asma/EPOC, EHC, enfermedades reumáticas y empleo de corticosteroides fue superior en el grupo periodontitis que en el control. Asimismo, la incidencia acumulada de cataratas durante los 14 años de seguimiento del estudio fue mayor en el grupo periodontitis que en el grupo control. Tras ajustar por la edad, el género, las comorbilidades y el empleo de corticosteroides, el riesgo de cataratas en pacientes con periodontitis fue un 33% mayor que en los controles.
Según los autores, la asociación entre la periodontitis y las cataratas podría ser explicado por distintos mecanismos que se pueden resumir en:
En definitiva, el estudio mostró que los pacientes con periodontitis tenían mayor riesgo de desarrollar cataratas que los individuos sin periodontitis.