La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa que afecta a las áreas del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje. Inicialmente la persona afectada suele presentar problemas de memoria y, con el tiempo, puede llegar a perder capacidad para llevar a cabo actividades de la vida diaria2,3.
Actualmente se considera que la neuroinflamación y las células microgliales (CM) juegan un papel fundamental en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. La neuroinflamación es una reacción inflamatoria que ocurre en el sistema nervioso central (SNC)4. Las CM son macrófagos que constituyen la primera línea de defensa del SNC a través de la liberación de citocinas proinflamatorias, la inducción de la muerte celular y la fagocitosis de patógenos y otras sustancias como el péptido beta amiloide, conocido por su participación en la patogénesis de la enfermedad de Alzheimer4,5.
No obstante, cuando las CM están activadas constantemente pueden producir altas cantidades de citocinas proinflamatorias y sufrir una alteración de su capacidad fagocítica, de modo que pueden contribuir al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer4.
Estudios recientes han relacionado peridontopatogenos y/o sus factores de virulencia con los procesos neuroinflamatorios 6,7,8, como en caso de LPS y gingipainas de P.gingivalis encontrados en tejido cerebral humano 9,10, pero no se habían descrito en detalle los mecanismos etiopatogénicos de interacción directa entre patógenos y células microgliales.
Almarhoumi et al. llevaron a cabo un estudio experimental in vivo e in vitro para comprobar si la enfermedad periodontal influía en la activación inflamatoria y la fagocitosis de las CM10. Los investigadores utilizaron ratones a los que indujeron periodontitis mediante ligadura de seda de los molares durante 1, 10, 20 y 30 días y verificaron que, con el tiempo, la ligadura provocaba un aumento progresivo de la pérdida ósea alveolar. Posteriormente, obtuvieron muestras de tejido gingival, para aislar el microbioma asociado a la periodontitis, y tejido cerebral, para aislar las CM. Por otro lado, cultivaron CM de ratón (concretamente, utilizaron la línea celular BV2) con el fin de evaluar la expresión de genes proinflamatorios y la capacidad para fagocitar el péptido amiloide β frente a distintos estímulos.
Al analizar distintos marcadores de las CM, los investigadores observaron que los ratones con periodontitis inducida presentaban una activación de las CM. En cuanto a los experimentos con la línea celular BV2, la incubación de estas CM con el microbioma obtenido de las ligaduras periodontales de los animales provocó, por una parte, un aumento de la expresión de los genes correspondientes a distintas citocinas proinflamatorias como el factor de necrosis tumoral alfa (TNFα) o las interleucinas IL-1β e IL-6 y, por otra, un incremento de la fagocitosis del péptido amiloide beta. Cabe destacar que tanto el aumento de la expresión de citocinas proinflamatorias como el aumento de la fagocitosis del péptido beta amiloide también se observaron al incubar las CM en presencia de Klebsiella variicola, una bacteria asociada a la periodontitis en ratones que, en un experimento paralelo, los investigadores habían identificado en las muestras cerebrales y de ligaduras periodontales de ratones utilizados como modelo de la enfermedad de Alzheimer.
En resumen, los resultados del estudio de Almarhoumi et al. demuestran un claro papel de las bacterias patógenas orales en la activación de las células microgliales, que contribuyen a la etiopatogenia, aumentando la expresión de citocinas proinflamatorias y la fagocitosis del péptido beta amiloide, lo cual puede contribuir al inicio y progresión de la neuroinflamación que tiene lugar en las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer.