El estilo de vida engloba distintos factores que pueden influir en nuestra salud de forma notable. Por ejemplo, seguir una dieta no saludable o llevar un estilo de vida sedentario se relacionan con un mayor riesgo de obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer (p.ej., útero, mama, colon)1,2. De forma similar, fumar se asocia al desarrollo de problemas respiratorios, enfermedades cardiovasculares, varios cánceres (pulmón, vejiga, leucemia, etc.) y complicaciones del embarazo3. Asimismo, el estrés crónico aumenta el riesgo de ansiedad, depresión, problemas digestivos, cefalea, tensión y dolor muscular, enfermedades cardiovasculares y problemas de memoria y concentración4. En cambio, se ha demostrado que un estilo de vida saludable —compuesto por una dieta saludable, ≥30 minutos/día de actividad física moderada-intensa, no haber fumado nunca y una ingesta de alcohol moderada, junto con un índice de masa corporal entre 18.5 y 24.9 kg/m2— se asocia a una mayor esperanza de vida5.
Respecto a la salud bucodental, varios estudios epidemiológicos han investigado la asociación entre el estilo de vida y la enfermedad periodontal, hallando una mayor prevalencia y gravedad de la periodontitis en aquellos individuos con estilos de vida poco saludables6–9. Teniendo en cuenta los resultados de estos estudios, sería posible que un estilo de vida no saludable influyera de forma negativa en la eficacia de la terapia periodontal. De este modo, Marruganti et al. llevaron a cabo un estudio prospectivo para analizar la asociación entre distintos componentes del estilo de vida y la eficacia de los pasos 1 y 2 de la terapia periodontal10.
El estudio se realizó a partir de los participantes de un trabajo anterior8, seleccionando los individuos con edades comprendidas entre los 18 y los 70 años, periodontitis no tratada en estadios II/III, al menos un sitio con profundidad al sondaje (PS) ≥4 mm y 20 dientes o más. El estilo de vida de los participantes se evaluó mediante cuestionarios acerca de los siguientes factores:
Los investigadores también registraron el hábito tabáquico y la frecuencia de consumo de alcohol.
Los participantes se sometieron a un examen periodontal completo al inicio del estudio y 3 meses después de haber recibido terapia periodontal. El primer paso del tratamiento consistía en instrucciones y motivación para llevar a cabo una higiene bucodental adecuada, junto con la eliminación de placa mediante ultrasonidos y, en el caso de los fumadores, recomendaciones para dejar de fumar o limitar el consumo de tabaco. El segundo paso incluía instrumentación subgingival bajo anestesia local. La variable principal del estudio era el compuesto formado por la ausencia de sitios con una PS residual ≥4 mm y sangrado al sondaje y la ausencia de sitios con una PS ≥6 mm.
El estudio incluyó un total de 120 pacientes (58.3% hombres) con una edad media de 58.8 años. El 55.0% presentaban una baja adherencia a la dieta mediterránea, el 42.5% realizaban poca actividad física, el 34.2% consideraban que tenían estrés moderado-alto y el 39.2% tenían poca calidad del sueño. Además, el 35.8% eran fumadores y el 41.7% consumían alcohol en exceso.
Los autores observaron que, a los 3 meses de haber recibido terapia periodontal, los pacientes con una mala calidad del sueño, tabaquismo o consumo excesivo de alcohol presentaban una menor probabilidad de alcanzar la variable principal del estudio respecto a los que tenían un sueño de calidad, no fumaban o no consumían alcohol en exceso, respectivamente. La misma tendencia se observó para los pacientes con una baja adherencia a la dieta mediterránea, un estrés moderado-alto o poca actividad física, aunque, en este caso, las diferencias no fueron estadísticamente significativas. Asimismo, los participantes que presentaban la combinación de una baja adherencia a la dieta mediterránea, poca actividad física, un estrés moderado-alto y una mala calidad del sueño mostraron una menor probabilidad de alcanzar la variable principal del estudio, incluso después de ajustar por el consumo de alcohol y tabaco.
En definitiva, el estudio de Marruganti et al. mostró que los componentes de un estilo de vida no saludable se asociaban a una peor respuesta a la terapia periodontal.