Según datos de la Sociedad Española de Neurología1, el ictus (isquémico o hemorrágico) afecta unas 120.000-130.000 personas cada año en España, de las cuales, unas 80.000 quedan con secuelas discapacintates o fallecen. A escala mundial, según la Organización Mundial de la Salud, son 15 millones de personas las que sufren un ictus cada año.
Aunque algunos factores de riesgo no pueden modificarse (edad, antecedentes familiares, raza o sexo), el 90% de los ictus podrían prevenirse si se identificaran y se controlaran a tiempo factores como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, la diabetes mellitus, la obesidad, el sedentarismo, las dietas con exceso de grasa o sal y determinadas enfermedades vasculares.
La aparición brusca de una o varias de las siguientes manifestaciones clínicas debe considerarse un signo de alarma que obliga a actuar con rapidez y a acudir al hospital más próximo, aunque los síntomas remitan por completo, por el riesgo de repetición: trastorno brusco de la sensibildad de la cara, el brazo o la pierna, especialmente acusado en un lado del cuerpo; debilidad repentina en cara, brazo o pierna, especialmente acusada en un lado cuerpo; dificultad para hablar o para comprender lo que se habla; trastorno repetino de la visión en uno o ambos ojos; dificultad para caminar; pérdida de equilibrio o de coordinación de los movimientos, y dolor de cabeza muy intenso, brusco o no habitual.
La rapidez con la que se traslade el paciente al hospital y la atención especializada y urgente por un neurólogo, que permita confirmar el diagnóstico e instaurar el tratamiento más adecuado, serán clave para recuperar el tejido cerebral lesionado y favorecer que el paciente quede sin ninguna incapacidad o con muy pocas secuelas.
Según estudios aparecidos en los últimos años2-6, la enfermedad periodontal se asocia a un riesgo superior de sufrir un ictus isquémico, lo que podría explicarse por el hecho de que la enfermedad periodontal causa inflamación y de que, como es sabido, la inflamación desempeña un importante papel en la patogenia de las enfermedades vasculares, ya sean coronarias como cerebrales.
En un estudio publicado recientemente de la University of South Carolina (Columbia)7, los autores confirmaron, tras un seguimiento de 15 años de cerca de 7.000 adultos que, en el momento inicial, no presentaban antecedentes de ictus y se habían sometido a una rigurosa evaluación periodontal, una asociación independiente entre la enfermedad periodontal y el riesgo de accidente cerebrovascular, especialmente de tipo cardioembólico y trombótico. Observaron también que se trataba de una asociación gradual, en la que, a mayor gravedad de la enfermedad periodontal, mayor riesgo de accidente cerebrovascular, por lo que apuntaron la importancia de mantener unas encías sanas, con controles regulares con el especialista, para reducir el riesgo de ictus isquémico.
Sin embargo, dado el carácter observacional del estudio, la relación causa-efecto no puede probarse, por lo que deberá seguirse investigando para poder obtener resultados concluyentes.