El tratamiento con implantes dentales es una técnica para reemplazar los dientes perdidos con un porcentaje de éxito superior al 95%. Sin embargo, tras el proceso de osteointegración de los implantes, pueden aparecer problemas inflamatorios asociados a una infección. Los implantes dentales pueden presentar dos tipos principales de lesiones: la mucositis, que consiste en la inflamación alrededor del tejido periimplantario sin pérdida ósea, y la periimplantitis, en la que, además, se produce una pérdida ósea marginal.
Según la literatura científica, la prevalencia de la periimplantitis oscila entre el 28% y el 51%, aunque el 90% de los tejidos periimplantarios experimentan algún tipo de respuesta inflamatoria. El objetivo del trabajo de Astolfi et al. fue analizar la incidencia de la periimplantitis y los posibles factores de riesgo asociados.
El estudio se llevó a cabo en el departamento de Periodoncia e Implantes de la Universidad de Sevilla, en pacientes adultos que habían sido tratados con implantes dentales entre octubre de 2006 y junio de 2019. Los pacientes fueron contactados por teléfono para realizar un examen clínico y radiológico de los implantes. Las variables que se recogieron para el estudio incluían parámetros clínicos (p.ej., profundidad al sondaje, índice de sangrado, índice de placa), generales (sexo, hábito tabáquico, consumo de alcohol, enfermedades sistémicas, enfermedad periodontal, mantenimiento periodontal, motivos de pérdida dental) y del implante (diámetro, longitud y tipo de conexión). El diagnóstico de periimplantitis se realizó según la definición de 2018 de Renvert et al.
El estudio incluyó un total de 132 pacientes con 555 implantes dentales, una edad media de 47 años (rango: 18 - 84 años) y una mediana de seguimiento de 6.7 años (rango 1 - 9 años). En este periodo, la incidencia de pacientes con periimplantitis fue del 15.9% y no mostró diferencias estadísticamente significativas según el sexo o la presencia de enfermedades sistémicas (hipertensión arterial, diabetes mellitus, osteoporosis y enfermedades cardiovasculares), pero sí en función del hábito tabáquico, el consumo de alcohol, la presencia de periodontitis, las causas de pérdida dental, la periodicidad de las visitas de mantenimiento periodontal y el tipo de implante. Concretamente, en los grupos de individuos fumadores, con un consumo de alcohol elevado y con antecedentes de periodontitis leve, el porcentaje de pacientes con periimplantitis fue mayor que el de pacientes sin periimplantitis. Por el contrario, en los grupos de no fumadores, no consumidores de alcohol y sin antecedentes de periodontitis, la proporción de pacientes con periimplantitis fue menor que la de pacientes sin periimplantitis. De forma similar, en el grupo de participantes que habían sufrido pérdida dental debido a periodontitis, el porcentaje de pacientes con periimplantitis fue mayor respecto al de pacientes sin periimplantitis. En cambio, los grupos de individuos que habían sufrido pérdida dental por otras causas presentaron una mayor proporción de pacientes sin periimplantitis que de pacientes con periimplantitis. Además, el grupo de participantes que habían acudido cada 12 meses a la consulta para realizar un mantenimiento periodontal presentaba un menor porcentaje de pacientes con periimplantitis respecto a aquellos sin periimplantitis, mientras que el grupo de individuos que no habían acudido a la consulta para realizar mantenimiento periodontal mostró el efecto contrario. Finalmente, en el grupo de participantes con implantes de conexión externa, el porcentaje de pacientes con periimplantitis fue superior al de pacientes sin periimplantitis.
De este modo, los autores del estudio destacaban el consumo de tabaco, la presencia de periodontitis, la pérdida dental debida a periodontitis y la ausencia de visitas de mantenimiento periodontal como posibles factores relevantes en la aparición de periimplantitis.
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