La insuficiencia cardiaca hace referencia a la incapacidad del corazón para bombear la sangre que necesita el organismo1. Se trata de una afección muy frecuente —se estima que la sufren unos 26 millones de personas en todo el mundo— que puede reducir gravemente la capacidad funcional de los pacientes y aumentar el riesgo de mortalidad2.
Los síntomas de la insuficiencia cardiaca suelen aparecer de forma lenta —al principio, solo en momentos de mucha actividad y, con el tiempo, también en periodos de reposo—, aunque pueden presentarse de forma brusca si el corazón ha sufrido alguna lesión (p.ej., tras un infarto de miocardio)3. Los más característicos incluyen tos seca y persistente, fatiga, debilidad, mareo, confusión, desmayos, pérdida del apetito, hinchazón en las piernas y los tobillos, necesidad de orinar durante la noche y dificultad para respirar1,3.
Entre las causas más comunes de la insuficiencia cardiaca destacan la enfermedad arterial coronaria, la cardiopatía congénita, el infarto de miocardio, las valvulopatías, las arritmias, la hipertensión arterial, la obesidad, la diabetes mellitus y las enfermedades que dañan los pulmones (p. ej., la enfermedad pulmonar obstructiva crónica). Asimismo, una edad ≥65 años, un estilo de vida poco saludable (consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, sedentarismo, dieta no saludable, etc.) y ciertas afecciones (p. ej., apnea del sueño, enfermedad renal crónica, anemia, enfermedades tiroideas…) son algunos de los factores de riesgo más habituales de la insuficiencia cardiaca4.
Además de los factores de riesgo mencionados, la inflamación también juega un papel importante en la insuficiencia cardiaca.5 Por esta razón, y teniendo en cuenta que la periodontitis cursa con inflamación sistémica y se relaciona con distintas patologías crónicas (entre ellas, ciertas enfermedades cardiovasculares)6, algunos estudios han abordado el posible vínculo entre la periodontitis y la insuficiencia cardiaca. Concretamente, el grupo de investigación de Yan et al. llevó a cabo un estudio transversal analítico con el objetivo analizar en profundidad la asociación entre ambas enfermedades7.
El estudio se realizó a partir de los datos de la encuesta NHANES III, seleccionando las personas mayores de 18 años con registros de exámenes dentales. Los pacientes se agruparon en dos grupos en función de su salud periodontal: 1) ausencia periodontitis o periodontitis leve y 2) periodontitis moderada o grave.
El análisis incluyó los datos de 13.202 participantes con una edad media de 43 años, un porcentaje de varones del 47.2% y un IMC medio de 27.1 kg/m2. De ellos, 10 606 se clasificaron en el grupo 1 (ausencia de periodontitis o periodontitis leve) y 2 596, en el grupo 2 (periodontitis moderada o grave). La prevalencia de insuficiencia cardiaca fue mayor en el grupo 2 que en el grupo 1 (3.55% vs 0.64%, respectivamente). Asimismo, los investigadores analizaron la posible influencia de la periodontitis en la aparición de insuficiencia cardiaca. Tras ajustar por las posibles variables de confusión — género, edad, etnia, índice de masa corporal (IMC), índice de pobreza, nivel educativo, estado civil, tabaquismo, consumo de alcohol y antecedentes de hipertensión, diabetes, accidentes cerebrovasculares y asma—, observaron que los participantes con periodontitis moderada o grave tenían una probabilidad 3 veces mayor de insuficiencia cardiaca respecto a los participantes con periodontitis leve o sin periodontitis.
En resumen, los pacientes con periodontitis moderada o grave presentaron una mayor prevalencia y riesgo de insuficiencia cardiaca que los individuos con periodontitis leve o sin periodontitis.
Considerando la importancia de la salud bucal para la salud cardiovascular, cabe recordar que las medidas de prevención y tratamiento de la periodontitis incluyen el cepillado de dientes veces al día, la limpieza interdental diaria, las visitas regulares a la consulta dental y la evitación del tabaco8. Asimismo, para el tratamiento y mantenimiento de las enfermedades periodontales, pueden utilizarse colutorios que contengan clorhexidina y cloruro de cetilpiridinio, dos antisépticos que actúan en sinergia para reducir eficazmente el biofilm dental y la inflamación gingival9,10.