La enfermedad cardiovascular aterosclerótica, más conocida como aterosclerosis, se caracteriza por la formación de placas de ateroma (compuestas principalmente por lípidos y células inflamatorias) en las arterias del organismo(1). Se trata de una enfermedad con una base inflamatoria, y esta es una característica que comparte con muchas otras enfermedades, entre ellas la periodontitis. La periodontitis es una enfermedad inflamatoria crónica de las encías producida por una infección de la placa o el biofilm dental, cuyas bacterias se diseminan por el periodonto (conjunto de tejidos circundantes a los dientes) y lo destruyen(2,3).
Sin embargo, parece que la relación entre ambas patologías va mucho más allá del hecho de compartir, como otras muchas, una base inflamatoria crónica. Se ha propuesto que la infección periodontal, vía bacteriemia, puede diseminarse por los vasos sanguíneos y generar inflamación vascular, predisponiendo al paciente a la formación y maduración de placas de ateroma(4). Es decir, que la periodontitis es un factor de riesgo en la enfermedad cardiovascular aterosclerótica.
Esta afirmación, inicialmente controvertida, ha sido respaldada por varios artículos de revisión -en los que se han analizado estudios observacionales, estudios de revisión sistemática y meta-análisis y ensayos clínicos- que concluyeron que existe una asociación entre la periodontitis y el aumento de la enfermedad cardiovascular(4,5).
Cabe preguntarse de qué forma una enfermedad oral como la periodontitis puede incrementar el riesgo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica. En este sentido, se han propuesto varios mecanismos específicos para dicha relación, entre los cuales se incluyen los siguientes(4):
En la actualidad, la relación entre la periodontitis y la enfermedad cardiovascular aterosclerótica está ampliamente aceptada. La Sociedad Europea de Cardiología afirma que “la periodontitis se asocia con disfunción endotelial, aterosclerosis y un aumento del riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular”, y que “la periodontitis puede considerarse un indicador de riesgo de una mala salud cardiovascular y debería tratarse al tiempo que se tratan los factores de riesgo cardiovascular subyacentes”(6).
La Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA) y la Sociedad Española de Cardiología (SEC) se han unido(7) para tratar de dar más énfasis en la vinculación que existe entre las enfermedades periodontales y las cardiovasculares, así como para conocer si existe una relación causal directa. Han elaborado el manual sobre “Patología Periodontal y Cardiovascular: su interrelación e implicaciones para la salud”(8), que pretende erigirse en referencia para especialistas y médicos de Atención Primaria españoles, donde se destaca que “el cuidado de la salud periodontal puede ayudar a preservar la salud cardiovascular”(7).
A la vista de estos hechos, el cuidado de la salud bucal, especialmente la periodontal, debería ser una prioridad no sólo para los ciudadanos, sino también para los sistemas de salud e incluso para los gobiernos, ya no sólo por sus beneficios directos (prevención de enfermedades orales) sino también por los indirectos (prevención de enfermedades cardíacas, que llevan asociadas una morbilidad y mortalidad considerables, además de unos costes sanitarios muy elevados).